El Delta del Ebro se empieza a teñir de amarillo, lo que conlleva la ilusión de la cosecha, la culminación de un trabajo bien hecho. Pese a todo, este año, la gente no parece muy convencida de sus logros, y se auguran unas pérdidas de entre un 30 o un 40%, ojalá sea menos. De todas formas, la belleza es incuestionable y en el ambiente se nota que se van calentando motores... nunca mejor dicho, las cosechadoras y los tractores con carreta ya se dejan ver por la calle...
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