Vivo en el calor sofocante
de un verano que se adelantó
y se pasó tres pueblos.
Vivo entre la fruta...
dulce y fresca de la nevera
y los refrescos sin azúcar.
Vivo, que no vivo mucho por el sol,
y guardo los paseos para la noche,
donde alguna brisa generosa
te abraza y regenera…
Vivo, en el dulce trato de mis próximos,
con la libertad del jubilado,
que ya pasa del reloj...
y olvidó timbres y campanas.
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