Entre mis memorias , no puedo dejar de recordar, aquella vez que mi madre vino a verme al colegio y el director la encaminó hasta mi clase, sin avisar, por sorpresa… La hice pasar, le di un abrazo, la presenté, se sentó para verme en acción, le cantamos, sin letra, sólo tarareando, el villancico “Noche de de paz”, y ella asentía con su divina sonrisa, y casi cerraba los ojos, y se veía en el cielo escuchando un coro celestial, mientras se le escapaba una lágrima, de felicidad claro, en su dulce cara de buena y santa madre...
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