Guardo de ti, aquel escalofrío
que, cuál riego regenerador,
me activa las ansias de vivir.
Guardo aquella mirada...
que apenas pude aguantar alguna vez,
y que me taladraba el alma
para llenarla de músicas de bosque al sol.
Guardo en un marco de oro
aquella sonrisa habitual,
que siempre quise para mi
y que tú regalabas sin destino,
porque eras gracia y sal divina.
Te guardo en una “suite”...
de los aposentos de mis mejores sueños.
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