Como un relámpago irrumpiendo en una tormenta de verano, así llegó la niña, y en cada comparecencia, era como una lágrima de San Lorenzo embelleciendo la noche. ¿Saben aquello de que cuando aparece la estrella en el escenario se apagan las luces de ambiente, porque ella es “la” luz a contemplar? Pues eso, el centro, la atención, la diana, la novedad mejorada que provocaba el suspiro general. Pero nunca se subió al pedestal, eso sí, sola, sin querer, sin saberlo casi, y con gusto exquisito, mejoró el ambiente...
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