Y me marché por los descampados,
aquellos de arenas infinitas,
y me acerqué al mar para perderme,
más allá del horizonte.
Quise penetrar en la selva más virgen,
por lo espeso del más frondoso de los bosques,
por los humos de una de esas fábricas
que los expulsa traidoramente en plena lluvia.
Quise marcharme por entre las nubes negras
de una tormenta nada eléctrica.
En una palabra, quise desaparecer...
pero, fuera donde fuera,
tú seguías gobernando mis instintos.
No, nunca pude olvidarte...
pese a todos los intentos.
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