A veces, uno se descarría, se deja llevar, casi de forma inconsciente, por la cuesta abajo de lo fácil. A veces, uno reacciona y se da cuenta de lo dura que puede llegar a ser la caída y lo difícil que puede llegar a ser la pendiente. Uno medita y procura reanudar sus actuaciones de antes de meterse por las falsas aguas del tobogán. A veces uno llega a tiempo, pero no siempre…
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