Y, de repente, en el bosque...
el bosque siempre pone música a mis silencios a voces.
Las mariposas, siempre tan revoltosas, interrumpen un algo,
pero son sonidos naturales y sinceros.
Ya saben, voy de la encina a la fuente,
me cobijan las sombras mágicas de la arboleda,
un jilguero me dedica su tiempo, o eso creo,
la paz está conmigo, el bosque y yo,
luego... queda el bosque.
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