Lo confieso, me gusta el paisaje nevado… aquel pueblo de montaña que parece de postal, humo en todas las chimeneas, buena leña que, previsores, han recogido las buenas gentes del lugar. Pienso en los productos bien guardados de la matanza, una bota de vino, buen aceite, buenas brasas con las que el "hogar" proclama sus magníficas excelencias. En algunas casas cercadas por la nieve no hay movimientos posibles, los niños sin escuela, los campos, son una inmensidad, como un cielo blanco, señoreando por los entornos naturales...
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