Las calles estrechas, la ropa tendida,
la vía del tren de vapor,
una fábrica con humos sin control…
Huele a puerto, a sopa de caldo de marinero,
cortinas de redes o de plásticos cilíndricos alargados,
predomina, como no, el color azul,
el bar del pescador, donde reina algún lobo de mar
y algún colega se refugia para inspirarse
por entre todas las experiencias marineras.
Estoy en Tarragona, Nápoles, Marsella, da igual...
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