Están acampados en el pueblo, cerca de un carro con un buen toldo ya amarillento, diría que por los años y por el humo de la hoguera que siempre tienen encendida. Son gitanos con niños pequeños, una preciosilla con ojos inmensos, como diría Cervantes, y otra en brazos de su joven madre, con carita del color del café con leche, succionando el pezón de su mami, otros dos niños más se pasan una pelota de esas alargadas… Son gitanillos, dulces criaturas, preciosas, a veces los ángeles no son rubios, ¿verdad?
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