La escuela está triste y sola, vacía, más desolada que nunca, es un abandono inesperado, como traicionero, sin saber cuándo se volverá a llenar de vida. Por no poder, no puedo ni siquiera observar el patio desde afuera y ver a las palomas, tórtolas... y hasta a las gaviotas del cercano puerto tomar posesión de un espacio que ahora se les ha abierto de forma inesperada. La escuela está sin niños, y el paseo, y el barrio… no hay vida, es triste.
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