Son las ocho, vamos a aplaudir a los sanitarios más que a nadie, pero también a todo aquel que se deja la piel al servicio de los demás. Lo de las ocho empieza a tener su gracia en mi barrio… se inicia con una caracola de esas que anuncian la llegada de las barcas y se añaden niños con silbatos, algún viva a médicos y enfermeras, alguna música, dando al evento un aire unitario de gratitud compartida y sincera.
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