El viento agita el frío, me abrigo, me retiro, y ya confortable en casa, reflexiono sobre la paz del hogar, y doy gracias a la vida por las muy prometedoras prórrogas en salud y felicidad. Parece ser cierto aquello de que para recoger primero hay que sembrar, y yo diría que sembré durante cuarenta y un años, y ahora vivo en paz y bien con el mundo y mi adorable familia y amigos...
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