A veces me pregunto por las euforias en los alaridos de los lobos, suelo responder que son voces de llamada a la manada, a la amistad, al trato y estrategia para la caza necesaria en su sustento. Sin entrar en otras consideraciones con las que podríamos divagar, pienso en la fuerza de la sangre, en la voz que brota del sentimiento familiar y hace de cada reunión un "san queremos" que deberíamos frecuentar con más asiduidad. Bien por las reuniones navideñas, pero si son con más frecuencia mejor, hay que activar los abrazos, son muy edificantes, sanos…
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