Conozco personas, incluso amigos, a los que no les gustan las fiestas navideñas... supongo que harán referencia a sus seres queridos que ya han fallecido y esto les supone una emoción que les resulta muy difícil de superar. Lo entiendo perfectamente, cuesta llenar los vacíos que dejaron y, a veces, la única forma de hacerlo es cerrar los ojos y verlos allí con su abrazo y sonrisa de siempre. A mí me consuela pensar que ellos quisieran verme feliz y que se alegrarán conmigo si me ven bien, y llorarán si no lo estoy, y yo, por supuesto, no quiero que lloren nunca…
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