Pediría que, a los niños, los Reyes les traigan padres... y abuelos de aquellos que cuentan cuentos y vivencias. Pediría que esta bonanza de sentimientos, esa paz y respeto, que parece que ahora resurge con noble ímpetu, no sea flor de un día sino que, a partir de ahora, sea un signo de identidad para todos los seres de buena voluntad. Pediría salud, paz, amor, como elementos básicos de la existencia, pero también justicia y libertad, pero no manejadas desde un poder partidista y corrupto, sino una justicia más justa y, por supuesto, una libertad mucho más libre y real...
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