Cierro los ojos, me veo en clase, en mi mesa un poco elevada, mis alumnos en silencio, expectantes… Leemos en voz alta, pido atención a la puntuación, empezamos, voy nombrando uno a uno, los demás lo hacemos en lectura silenciosa. Después de algunos, me toca a mí, me nombró y lo hago con una lectura muy nasal, casi gutural, y mis alumnos, todos, se destornillan de risa... poco a poco, vuelvo a la lectura normal y ellos se van serenando. Ya más tranquilos, seguimos leyendo, ahora muy en serio…
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