Miraba el mar desde mi piedra en el acantilado,
me sorprende una un flor, preciosa ella, entre la piedra y el agua,
estratégico lugar que eligió como mecanismo de defensa.
Y en el mar veo bañarse a la luna, magnífico espectáculo,
como una aurora boreal, o como el sueño de algún ángel
al que se le queda pequeña tanta inmensidad azul…
Cierro los ojos, huelo mar y paz, silencio de olas chicas,
y a flor y a sal, la luna huele a cielo y sol.
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