Me dormí en el sofá, me quedé sin luna,
pero el alma buena de mi eterna amada,
vela mi sueño y, como siempre,
entra en él suavizándolo, dulcificándolo…
Me quedé dormido para un despertar en sueños
que, pese a la ausencia de la luna,
mi amor eterno campaba a sus anchas,
vivía complacido en mi alma…
completamente enamorada y feliz.
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