La roca de observación, mi remanso de paz,
el silencio musical del mar, la flor habitual en el acantilado,
mecanismo de defensa, tan inaccesible como preciso y necesario.
Aparece la luna, llena, grande, bella, inmensa…
y empieza el espectáculo, parece bañarse en el mar,
se colorea en luces, la contemplación es una invitación al amor,
se emocionan todos los sentidos, florecen,
afloran los mejores y más sensibles sentimientos de paz…
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