Que en el Año Nuevo te llueven cerezas,
que los anhelos te lleven a los suspiros placenteros de la afinidad,
que las flores que contemples sean rosas blancas,
que los besos sean frecuentes y sinceros todos,
regalados, naturales, del alma a través del corazón,
que tus árboles sean verdes y tus otoños sean teñidos de primavera
y tus inviernos tengan el fruto del trabajo bien hecho,
del amor profundo de niña a mujer de cielo y madre.
Que el Año Nuevo te monte los vuelos...
y luego que los sueños lo sueñen bonito
y, en despertarte tu realidad esté al nivel del mejor,
que las margaritas siempre digan sí,
que la miel sea de romero, y al romero que lo liben tus ojos,
y así tu mirada tenga un dulce eterno,
que tú abrazo nunca deje de abrazar
y en el calor de tus alas construir bellos paraísos de buena luz…
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