Dos abuelos, de buen caminar, pasean con sus nietos... una niña de segundo de primaria y un niño de tercero, diría. La abuela, con un cierto énfasis, va nombrando los manjares que les hará para comer y los niños van asintiendo y gritando con un aplaudido “sí” para cada plato... Habrá, cómo no, croquetas, canalones, buen y muy variado entremés y, sobretodo, los postres de chocolate que tan ricos hace la señora. Buena estampa, el abuelo, espectador de lujo, era partícipe de la tierna y reconfortante escena... y yo era feliz de ver su dicha.
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