Aquella mesa del comedor de profesores era como un remanso de paz, decía mi buen amigo Llobet, ya traspasado... era como el descanso del guerrero, solía decir yo. El caso es que era como un alivio reconstituyente, donde nos recreábamos contando las anécdotas del día a día, y compartiendo y animándonos en todos los avatares que comportan la educación de nuestros alumnos. Cada vez que la recuerdo siento una especie de placer nostálgico y revivo aquella mesa llena de talentos y de afectos, de muy sanas y plácidas sonrisas de complicidad noble...
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada