Aquel mar que sus olas llegan a la arena
y se convierten en cristales de hielo…
Aquel bosque al que se le congelan los suspiros,
escarchas de hojas muertas que esperan
la caricia de una brisa para su resurrección…
Aquel amanecer con poco sol,
pasto de la niebla espesa que te invita
a activar el fuego de tu hogar…
Tus ojos, siempre dulces, nunca airados,
me miran pese al frío, tiritan,
teclean notas de sal al sol…
Mi vida se activa, cabalga entre luceros.
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