Hacía tiempo que no iba en tren… tiene su encanto, el vagón era muy largo, bastante cómodo, me recordaba el avión de nuestro último viaje a Roma. El revisor era muy amable, con sonrisa fina, jugando con una niña cariñosa y anunciando el tiempo que nos faltaba para llegar a los destinos. A Teresa, aunque le gusta mucho conducir, le va encontrando gusto a que la lleven por los sitios, sin tener que lidiar con el Kuga. Tren, avión, autobús... buenas opciones, pero aún nos gusta mandar de la burra.
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