Podría ser el hombre que susurra a las palomas,
el que contempla las golondrinas…
como una buena bendición de las ventanas.
Uno podría ser el que habla a las hortensias,
el que aprende de la hermosa humanidad de los perros,
o el que proclama su máxima sensibilidad…
ante la entrañable expresión de un niño emocionado.
Uno podría ser el sueño soñado en despiertos de auténtico lujo,
el alma que vive acariciando…
las exquisitas y sanas intenciones de la buena gente.
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