Y al cerrar los ojos, me detengo a oír…
el bajar de las aguas nerviosas de un río de montaña.
Me consuela del calor tan sofocante
y me invita al sueño del rocío en el césped,
fríos verdes por los que paseo mis pies agradecidos…
Y al abrir los ojos, pienso en las fuentes de la vida,
vitales, agua y luz, luz y agua...
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