Estoy en un céntrico jardín sentado en un banco. En el banco de al lado, una parejita, ya sin mascarilla, están con aquello del “yo te quiero más, no, decía ella, yo más”... y así todo el tiempo, hasta que al chico se le ocurren las palabras mágicas “yo te quiero tanto que me conformo con que tú me quieras más, me parece bien, soy muy feliz de esa manera”. Y yo le pongo música al consenso...
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