Recuerdo que hablaba a mis alumnos de los volcanes y lo hacía como un fenómeno espectacular digno de ver, sobretodo desde el punto de vista geológico. Quizá en mi entusiasmo, en el que incluía una pequeña demostración práctica, con bicarbonato, vinagre y colorantes, no era muy consciente de las posibilidades reales de destrucción. La visión de la lava devorando pueblos, hace que el evento tenga cada vez menos de fenómeno espectacular y más de dramatismo, un dramatismo que provoca pánico total. Mi abrazo a los habitantes de La Palma, de corazón.
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