Un río de hojas en blanco, otro de tinta,
para describir tu sonrisa matutina,
es como un regalo al mundo y a la vida,
es una invitación de la afinidad que proclamas
en cada amanecer a mi lado.
Y lo cuento y lo digo y bendigo,
la luz que acaricia cada despertar.
Y lo canto a los vientos mensajeros
para que se afanen eufóricos
a programarlo por todos los rocíos...
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