He ido a ver el mar, lo tengo fácil, a cinco minutos de casa, lo veo y siempre hablamos, lo amo, antes del maltrato al Delta del Ebro, lo amaba más, pero pienso que no todo es culpa suya, el viento y la falta de sedimentos también tienen mucho que ver… El mar me suena a inmensidad y a cielo, siempre observo las espumas blancas, que me suenan a rosas de este color, de viaje hacia los seres queridos. El mar siempre me sabe a paz y a amor, aunque a veces proclama todo lo contrario y se enfurece histérico y malsonante...
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