Mi santa esposa y yo jugamos a gozar de nuestra libertad, es la libertad del jubilado, con todo el tiempo del mundo, para ver y amar las bellezas que en los tiempos de actividad profesional, parecían ocultas. Es gozar del momento, sin prisa, alargando o reduciendo espacios y tiempos a gusto del consumidor. Los fines de semana no hay despertador, dormir sin tiempo, Teresa, café... y seguir volando juntos hasta el fin de nuestros días con nuestra afinidad habitual.
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