Lanzaba el balón a la pared y lo recogía saltando, con más o menos gracia y acierto, así era mi estreno como portero del equipo de fútbol... pero la técnica del blocaje y los reflejos mejoraron mucho cuando lo que lanzaba a la pared era una patata, el tubérculo siempre volvía en direcciones muy diferentes e inesperadas, a mí me encantaba y lo hacía con frecuencia. Qué tiempos de niñez con los sueños intactos y jugando con fe a ser héroe...
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