Confieso que a veces gozo y, sobretodo, gozaba de las excelencias del anonimato, aquello que llaman el pasar desapercibido, ver, oír, callar, observar atentamente incluso los ambientes donde no tienes nada que ver, ni nada que hacer. Por eso cuando veo gente tan ávida de notoriedad, no lo acabo de entender... el reconocimiento viene del buen trabajo y de la bondad callada, que ni grita ni proclama a los cuatro vientos.
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