No, hoy no me apetece viajar con la luna,
por los vecindarios que cuchichean a voces sus secretos,
tampoco voy a ir al bosque a escuchar
el concierto de los jilgueros en cortejo.
Hoy no iré a ver el mar, aún está muy ocupado protegiendo
a mis semejantes de los calores del veraniego otoño.
Hoy me cogeré un libro, me haré un café, me pondré una música,
y entre página y página verteré una lágrima de feliz satisfacción,
un suspiro de mi corazón agradecido,
igual se me escapan unas notas de Haendel
de la más eufórica Aleluya que tuvo a bien regalarnos…
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