El protocolo, el parabién, la educación, el frío apretón de manos, la sonrisa de ensayo, la ropa adecuada, el perfume correspondiente. Quizá y sin quizá, la educación es otra historia y yo, como digo siempre, me quedo con lo auténtico: el abrazo que abrace sincero, el apretón de manos que transmita calor y todos los ciertos del alma, la sonrisa que llegue hasta los ojos y sea luz que ilumine los entornos, el aspecto, por aquello de que "El hábito no hace al monje"... Me va lo auténtico…
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