Paseo por entre montículos de hojas secas, crujen en su destrucción a merced del viento y de las pisadas del caminante, alguna persiste amarilla mostrando, en decadencia, la belleza de sus formas geométricas. Hojas, siempre me gustaron, siempre cojo alguna, me siento, la observó a fondo y luego la dejo, con una cierta delicadeza, igual que hacía cuando las coleccionaba de niño en un cuaderno de clase.
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