La esperanza, la ilusión, el sueño alterado, el amor… el amor, siempre el amor. Aún recuerdo cuando uno aceleraba el amanecer y estaba muy expectante viendo desaparecer las estrellas y salía a la calle a comerme el mundo. Tú eras la inmensidad de mi mundo y mi primer y buen aperitivo fue un conato de sonrisa que derivó con gran fertilidad en mi alma, ya muy abonada, para recibirte con la afinidad propia del más sincero y total de los amores que se precien…
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