Sábado por la tarde, son las ocho y media, cae la tarde... Parece que, con el buen tiempo, la gente desaparece, bares cerrados, reina el silencio, no hay niños en la plaza ni en el colegio. Voy, me acerco a la ventana, no hay nadie, no se oye ninguna señal de vida, no hay ruido de obras, no pasa ningún coche ni ningún tren, sólo mi música ambiental que, por supuesto, no tiene ninguna estridencia. Bien, ahora un perro rompe la armonía en paz...
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