Saber ganar, saber perder, pedir perdón, controlar las euforias del ganador y las lágrimas del perdedor. Solía hablar de todo esto con mis alumnos y se daban situaciones muy edificantes e incluso alguna de cómica. Una vez a un niño se le escapó la mano y le dio un buen guantazo a un compañero… “pero le pedí perdón, ¿vale?” dijo, o sea que ya estaba disculpado...
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