No me gusta la playa en verano, ni tomar el sol como un lagarto, ni la arena que no te deja hasta la tercera ducha, no soporto ir saltando cuerpos para llegar al agua, ni el olor de las cremas solares y más o menos protectoras. Mis respetos a quien goza de todo esto, pero yo suelo gozar del mar en invierno, es mi remanso de paz, mi confidente oficial de siempre… Ahora gozo del sol en mis paseos por las ricas sombras que produce.
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