Tiembla de emoción el alma del poeta,
la poesía se escapa del verso,
la primavera señorea con aires de verano.
Adiós a las mangas, pantalón corto,
un viva y un olé por las sandalias,
una gorra para el sol y mascarilla veraniega.
Incluso el poeta le pone hielo al café,
y yo por primera vez no estoy de acuerdo,
pero el osado artista de las palabras
no tiene más remedio que refrescar el alma,
las emociones le calientan los motores
y entonces el alma calma y regula todos los procederes...
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