A veces los versos lúcidos se escapan de los poemas que son más bien vulgares y campan solos con luz propia… Hoy he visto uno, en forma de nieto y abuelo, el chaval de unos quince años, el abuelo, muy abuelo, pero de estos rejuvenecidos y enganchados felizmente a la vida. Charlaban largo y tendido, el muchacho encima de su moto nueva, el señor apoyado en su cayado… y a veces reían, y compartían agua, y a mi me encantaba verles…
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