divendres, 30 d’abril del 2021

La siesta

Quién me iba a decir a mí que acabaría amando la siesta... Recuerdo a mi madre obligándome, en los calores del verano soleado, siesta que no se discutía, impensable circular a pleno sol, y yo las odiaba, además me impedía jugar al fútbol con los amigos que también se escapaban de su cama. Ahora es otra historia, la vida del jubilado tiene sus placeres delicia de selección, así que después del paseo matutino (4 km), una buena comida de la Teresa... y siesta en mi espectacular butaca automática, gran invento, por sus prestaciones y comodidad. No, no la perdono, la gozo, la agradezco, me regenera y me levanto como nuevo.

 

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada