Hoy he reñido a un sueño, por soñar lo que no toca y por no tener el final que el director, o sea yo, siempre tengo dispuesto. Teresa y yo nos habíamos comprado un terreno con una casita en Andorra, con la idea y la ilusión de criar animales sueltos, fuimos a verlo y nos encantó, ya nos imaginamos el cercado y el montaje, la naturaleza al lado y la vida bucólica y rural a tocar… Pero, siempre hay un pero, y, antes del despierto, un toque de realidad, que no viene al caso, se escapó del guion de los finales felices y estas películas yo no las dirijo nunca jamás...
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