Me gusta verlas en el mástil de un barco, en la antena de la televisión, allá en la desembocadura del río Francolí, en la Rambla Nova, donde una madre con niño o un jubilado todo humanidad las obsequian con unos trocitos de pan… Me gusta verlas en el patio del colegio del Serrallo, incluso con los niños, y conviviendo con las gaviotas, que también se lo han hecho suyo. Me gusta oírlas ronronear, e incluso verlas en acciones de cortejo, para después observarlas, paja en pico, haciendo su nido de forma magistral.
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