Las miradas cómplices, las sonrisas de afinidad, el simple estar, presencia estable, segura, confiada.
La mano cerca, la mente abierta, una paz a dos,
un sueño que ya no sueña...
porque la rana ya es un príncipe con princesa,
con los conceptos muy mejorados.
Una rosa y un café, quizá un verso en el alma,
que se vuelve música ambiental...
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