Y, en el silencio, alguna voz de ánimo,
osadas, de esas que se atreven,
que tienen alguna cosa que mejora el silencio.
Siento el tibio calor de un beso tembloroso,
tan de alma que habla en verso...
delicias sublimes, audibles apenas.
Oigo una sonrisa errante,
como si pasara por allí por casualidad,
es una sonrisa de acceso, de afinidad.
Adoro todos mis silencios...
tan bien acompañados siempre.
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