Me encanta, me relaja, me da paz, me extasía contemplar la belleza de una playa vacía y hacerme la ilusión que siempre es así, que siempre fue así. Veo en mi imaginación unas tortugas que vienen a depositar sus huevos y, en un más ver, veo a las crías que, torpes pero decididas, van hacia el mar. Es una delicia natural, se huele a sal marina, a yodo y a algas...
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